» 01.01.1900 |
EL ARCÓN DE LOS RECUERDOS
Nogueira, Guillermo Javier [1] Dos recientes artículos publicados en Mar del Plata motivaron que abriera el viejo depósito y desempolvara algunos recuerdos, que por valiosos fueron preservados. También contribuyó la función docente, sostenida a lo largo de toda mi vida. Jorge Dietsch reflexiona sobre la buena escuela de medicina. Compartimos la suerte que en la UBA, algunas materias fundamentales estaban radicadas en cátedras que fueron verdaderos semilleros, generadores de escuelas y tradiciones de excelencia. En mi caso Fisiología con Bernardo Houssay y luego Eduardo Brawn Menéndez. En ella alentaron la vocación por razonar críticamente y valorar la ciencia yendo de la biblioteca del Instituto de Fisiología al laboratorio, donde los becarios nos transferían las enseñanzas de esos grandes maestros. Años 1957 al 1960, en que primero fui alumno de la comisión especial de los sábados y luego ayudante. Valoración del esfuerzo, el mérito, abonados por la capacidad. En el otro artículo, Roberto Santoro cuenta el valor de su mentor en pediatría; Carlos Gianantonio. Aquí también por razones de edad y esos curiosos avatares de la vida mi relación con su maestro fue muy particular y valiosa. Llegado a 4º año de la carrera la tradición era iniciar el practicantado. Los internados y las residencias eran inexistentes o recién se iniciaban tímidamente, no sin duras controversias. Graduados del Nicolás Avellaneda, bachillerato especializado, en nuestro caso en Ciencias Biológicas, a instancias de Raúl Valli, ingresamos a la guardia del Hospital de Niños, el "nuevo". Así lo llamaban para diferenciarlo de la "vieja Casa Cuna". Ejemplos del desplazamiento Sur a Norte iniciado por la epidemia de peste amarilla, continuado por el movimiento de las clases acomodadas en esa dirección. Llamarlos Gutiérrez y Elizalde se consolidó después, creo que por la aparición del Garraham. En una remake el Elizalde pasó a ser el "muy viejo", el Gutiérrez el "viejo" y el Garraham el "nuevo" . Nuestros "Mayores de Guardia fueron Horacio García y poco después Eduardo Lorenzo (Borocotó Jr.) ambos con años de experiencia y médicos recibidos. "El Niños" era el Olimpo, termino con que también se calificaba la Cátedra de Semiología de Fustinoni. Estimo es la que menciona J. Dietsch. Yo cursé en la original cuyos médicos consideraban a Merlo, el antecesor, el mejor semiólogo de su tiempo, él probablemente la de sus sucesores. La guardia estaba compuesta por alrededor de 12 practicantes en su mayoría mujeres. Existía "la menor" que se diferenciaba del "mayor" por la antigüedad. A su vez el Servicio de guardia contaba con médicos internos de clínica pediátrica, cirugía y Ortopedia/traumatología. Unos pocos servicios tenían médicos de sala que cubrían guardias al llamado y unos pocos residentes de clínica, neurocirugía y cirugía. Dormían donde podían, con buena suerte en el despacho del jefe. Había unas pocas habitaciones en un nuevo edificio comedor. Las Salas eran Cátedras y sus jefes fundadores de verdaderas dinastías como los Roca Rivarola o los Mendilaharzu. En las especialidades sucedía lo mismo con Carrea (FLENI). neurocirugía, Martín Cullen (FEI) endocrinología, Magaró ORL, Ciancia (Oftalmología). Con una postura muy original, revolucionaria reivindicada tiempo después, Florencio Escardó en su sala la XVII internaba a los niños con su madre o cuidadora, quien se encargaba de su higiene, lavado de la ropa, darle los alimentos y medicamentos. Parecía una romería, pero el resultado era bueno y podíamos ver niños sonriendo o jugando. Nos decía en las clases "la desnutrición requiere amor…y proteínas". Pedía que las evaluáramos, cosa que hacíamos sin piedad, pues éramos ingenuamente cientificistas. Él nos parecía un sociólogo o un psicólogo y en realidad era un maravilloso humanista. Tardamos en descubrirlo cuando pasaba por la guardia y sonriendo nos decía "vendedor-cliente" o "receten morcilla porque la mamá no va a creer que el hierro puede ser líquido y venir con gotero. A veces, muchas, ni siquiera sabe leer las recetas, amén de no recibir instrucciones en el lenguaje y la forma apropiada para su comprensión... Todos pioneros y referentes en su andar. En este ambiente, Gianantonio era simplemente un médico de sala y de guardia. Vivía en el hospital pues tenía un laboratorio como investigador. En broma decíamos que un inventario lo incluiría como parte del hospital. En ese medio desarrolló el diagnóstico y tratamiento del Sindrome Urémico Hemolítico con buenos resultados en parte por la aplicación de la diálisis peritoneal que desarrolla. Lo veíamos llegar con cajas de cigarrillos bajo el brazo y respondía a nuestros llamados estuviera de guardia o no. Lo buscábamos en especial frente a los casos difíciles, pues era buen docente, humilde y muy cordial. Le decíamos Tano sin preocuparnos por la distancia. Nos enseñaba a pensar y así aprendimos que pesar cuidadosamente un niño con diarrea estival, era mejor que pedir un ionograma. Si ganaba peso, la hidratación funcionaba, si no, había que modificarla. El quid era que el desvío estándar del laboratorio es mayor que el de la balanza. Además, ésta, siempre es accesible y más barata. Fue a USA para hacer la Residencia con Nelson, autor del libro de texto de Pediatría, "Biblia" para generaciones de pediatras. Se decía que fue una movida para propiciar las residencias con el ejemplo. Poco después de instalado allá, Nelson lo llama y le dice ¿qué hace usted aquí? Usted no tiene nada que aprender, por el contrario, debe enseñarnos a nosotros. El Tano había visto y tocado todo. "El Niños" era el hospital de pediatría referente nacional. Su fama generaba verdaderas peregrinaciones, a veces trágicas. En su grandeza, el Tano piensa en esto y proyecta el Hospital Nacional de Pediatría en Santiago del Estero. La coyuntura política lo aprueba y manos a la obra. Convoca a sus colaboradores y muchos otros pediatras ya establecidos, técnicos y docentes. La idea es no solo llevar la pediatría, sino sustentarla en el desarrollo de recursos locales. Comienza como misioneros hasta que un cambio en la política cancela el proyecto que es abandonado. Frustración, reproches de sus seguidores que habían abandonado todo. Sucede lo impensable, luego de un breve regreso al Hospital de Niños, se marcha al Hospital Italiano en el que permanece hasta su fallecimiento. Mi novia era técnica de su laboratorio. Ante mis dudas sobre si seguir mi residencia de neurocirugía en FLENI, sala XVIII del Hospital de Niños, o marchar a USA, café mediante me dio uno de sus tantos sabios consejos: depende de tu neurosis, pensa si te podes bancar la Argentina así como es ahora o no. El "oficio" lo podes aprender en ambos lados, pero el costo y tal vez la calidad no serán iguales. Se lo agradecí y aun lo agradezco. Irme me permitió crecer según mis posibilidades y me abrió todas las puertas que me interesaron. Mantuvimos un afectuoso diálogo por años, algún encuentro en un congreso y su tranquilizadora respuesta cuando le enviaba algún paciente en consulta. La reflexión final es que lamentablemente, los argentinos somos buenos creadores e inauguradores pero pésimos sostenedores. Gianantonio fuera de su alma mater y su gran proyecto, R. Carrea fuera de FLENI y del Hospital de Niños, Favaloro fuera de su fundación, Mainetti otro tanto con el Oncológico de Gonnet. En algunos casos les costó la vida o al menos su proyecto de vida trascendente. Los Hospitales de la Reforma Hospitalaria que se construyeron, quedaron cerrados y luego de abiertos no crecen conforme a la demanda y las nuevas modalidades terapéuticas. A lo sumo se los emparcha. Crece un sistema híbrido de salud inmanejable Valen la pena algunos de estos recuerdos para tratar de saber y transmitir estos saberes para que las nuevas generaciones corrijan y no tropiecen por enésima vez con la misma piedra.
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